LEMA
DEL VIII CAPÍTULO GENERAL:
"Ser San Pablo vivo hoy.
Una Congregación que se lanza adelante"
El VIII
Capítulo General se coloca en la estela de los Capítulos anteriores.
Tiene como punto de referencia a Pablo, modelo de creyente, de apóstol
y de santo. Es portador de esperanza, de renovación y de nuevo ardor
apostólico. Las tres primeras jornadas del Capítulo nos ayudarán a
reflexionar en profundidad sobre nuestro ser paulino hoy, a partir de
Pablo y de Alberione.
El
tema del VIII Capítulo General es al mismo tiempo bíblico y
carismático. Es bíblico porque toma como punto de referencia uno de
los personajes más importantes del Nuevo Testamento, el apóstol Pablo.
Es carismático porque hace cincuenta años el P. Santiago Alberione lo
propuso a toda la Familia Paulina con estas palabras: "La Familia
Paulina debe ser san Pablo vivo hoy, según la mente del Maestro Divino,
operante bajo la mirada y con la gracia de María Reina de los
Apóstoles" (San Paolo, julio-agosto de 1954, p. 2).
4.1.
UN TEMA CARISMÁTICO
Al
comienzo del tercer milenio, nuestra Congregación hace suya esta
herencia bíblico-carismática y siente la urgencia de ser "una
Congregación que se lanza adelante" para proseguir en la fidelidad
a san Pablo y al carisma paulino. Ya en la introducción al
"Cuaderno de 1918", el Fundador así se refería a san Pablo:
"El Señor nos ha hecho una gracia grande al darnos a san Pablo
como Padre, maestro, modelo, amigo, protector. Él es un milagro de vida,
un prodigio de celo (apostólico), un héroe en toda virtud. Él fue
convertido por un favor extraordinario, él ha trabajado más que todos
los demás apóstoles, él ha iluminado al mundo con el resplandor de su
doctrina y de sus ejemplos. En el paraíso san Pablo goza de una gloria
particular, proporcionada a sus grandes méritos. Desde allí él
protege, bendice, reza por sus devotos; y sus súplicas son tan
poderosas, en proporción al cariño que le ha tenido Jesús. Amadlo
mucho; oradle mucho; leed con gusto su vida; meditad sus cartas, tratad
de imitar sus excelsas virtudes. Recordad, en especial, que él es gran
protector de la buena prensa y que uno de los mejores obsequios que se
le pueden hacer a este santo, es el de trabajar en este vasto y santo
apostolado".
Cuarenta
años después de su nacimiento, la Congregación era estimulada por el
P. Alberione para "ser san Pablo vivo hoy"; cincuenta años
después, el VIII Capítulo General retoma este objetivo, abriéndolo a
la reflexión sobre a nuestro "hoy" y sus desafíos. En todo
esto tenemos la responsabilidad de ser creativos y dinámicos como una
Congregación que "se lanza adelante".
El
P. Alberione, en circunstancias y tiempos nuevos, supo hacer suyo el hoy
de Pablo, o sea, realizó la hermenéutica para ser san Pablo vivo al
comienzo del siglo XX. Nuestra Congregación está llamada a lanzarse
adelante y a ser san Pablo vivo hoy al comienzo de un nuevo siglo.
Por
lo tanto, somos estimulados a "ser". Esto verbo procede del
latín (esse), y de él se forma la palabra "esencia",
conjunto de atributos para conseguir que algo sea lo que es. En el
lenguaje filosófico, esencia es lo que constituye la médula de un
ente, su naturaleza. Con esto se quiere afirmar que "ser san Pablo
vivo hoy" es la esencia del ser Paulino y, según las palabras del
Fundador, la esencia de toda la Familia Paulina. En otras palabras, si a
un Paulino le faltase el imperativo de "ser san Pablo vivo hoy",
automáticamente deja de ser Paulino, no es lo que debería ser, ha
perdido la esencia.
4.2.
UN TEMA BÍBLICO
El
mismo apóstol Pablo nos lo demanda. Varias veces, en sus cartas, pide
ser imitado o ser como él: "Os suplico, por tanto, que os hagáis
mis imitadores" (1Cor 4,16). En la misma carta, además de la
petición ya expresada, añade "como yo lo soy de Cristo"
(11,1), y así establece una cadena ininterrumpida que comienza en
Jesucristo, pasa por Pablo y continúa en los corintios y en nosotros.
En una de sus primeras cartas, hace entender a los tesalonicenses que
deben imitarlo siguiendo aquello que le han visto hacer personalmente,
es decir, trabajar con las propias manos, sin reclamar por ello los
privilegios procedentes del hecho de ser fundador de la comunidad y
apóstol: "Bien sabéis lo que debéis hacer para imitarnos, porque
no vivimos entre vosotros sin trabajar... y no porque no tuviéramos
derecho, sino porque queríamos daros un ejemplo que imitar" (2Tes
3,7.9).
Pablo
ha vivido, ha predicado el evangelio y ha muerto en los seis primeros
decenios de la era cristiana. Ser como él, ser sus imitadores, era algo
limitado a su tiempo y al espacio de una cultura específica.
Acogiéndolo en su tiempo, en su "hoy", sus imitadores
auténticos están abiertos a la gracia de Dios, transformando su "hoy"
en un tiempo favorable, un kairós de salvación, como afirma el
mismo Pablo: "Siendo, pues, colaboradores, os exhortamos a no
recibir en vano la gracia de Dios. Porque él dice: ‘En el tiempo
propicio te escuché y en el día de la salvación te ayudé’. ¡Ahora
es el momento favorable, ahora es el día de la salvación!" (2Cor
6,1-2).
El
tema del VIII Capítulo General es optimista, desafiante y lleno de
esperanza. No propone un "desmontaje" sino una construcción.
No pido mirar atrás sino adelante, donde están el futuro y la
esperanza.
La
esperanza y el dinamismo propuestos en el tema del VIII Capítulo
General se manifiestan sobretodo en el subtítulo: "Una
Congregación que se lanza adelante". La frase está tomada de la
carta a los Filipenses (3,13) y, como título de un libro, subrayo el 40o
aniversario de nuestra fundación. El título de este libro
conmemorativo fue sugerido por el Fundador. De hecho, decía, esta frase
expresa el auténtico sentido de la vida paulina.
Filipenses
3 es fundamental para entender el dinamismo de Pablo como cristiano. Él
comienza hablando de su condición en el judaísmo. Como judío
y, además, como fariseo, podía jactarse de su condición superior
en parangón con los otros (Gál 1,14). Él había alcanzado el más
alto grado de estima y consideración pretendido por todo fariseo, la irreprensibilidad
en el cumplimiento escrupuloso de los 613 mandamientos (los de la Torá
escrita y los de la Torá oral farisaica): "en cuanto a la justicia
que viene del cumplimiento de la ley, irreprensible" (Flp 3,6).
Como
fariseo irreprensible, Pablo creía no tener nada más que hacer. Se
consideraba perfecto y dispuesto a la recompensa que Dios le habría
dado como premio por su irreprensibilidad. Sin embargo, como cristiano,
lo que constituía el punto de llegada resulta pérdida total y punto de
partida para una nueva empresa. Vale la pena examinar Flp 3,7-14 y poner
atención a las palabras referentes al campo económico (ganancia/ganar
x pérdida/perder) para comprender el cambio radical acontecido en la
vida de Pablo. Como cristiano, reconoce que su pasado como fariseo
irreprensible fue una pérdida total, y por eso se siente en la
obligación de recomenzar todo de nuevo. Nunca más como fariseo ni con
el bagaje de la visión farisaica que mira a Dios, el mundo y las
personas.
Así
aparece una figura nueva, diferente del fariseo que contempla satisfecho
su condición de irreprensibilidad: es la imagen del atleta, que
mira adelante, que apunta a la meta, que corre para alcanzar el premio
(se nota, en oposición al "status farisaico", el lenguaje
típico del atletismo: premio, conquistar, alcanzar, lanzarse hacia el
futuro, meta, etc.). Como fariseo irreprensible, Pablo había alcanzado
la perfección, y no debía hacer otra cosa que esperar para que
seguidamente Dios lo premiase con la recompensa. Dicho con otras
palabras, un Dios hecho a la medida farisaica. Como cristiano, Pablo
siente que Jesucristo lo ha alcanzado y corre adelante. Y Pablo no tiene
otra salida que correr para alcanzar a aquel que lo precede. Digámoslo
con sus palabras: un cristiano llamado a llegar "al estado del
hombre perfecto a la medida que conviene a la plena madurez de
Cristo" (Ef 4,13). Como fariseo, Pablo vivía en el fisismo,
mirando al pasado; como cristiano, es dinamismo puro, auténtico atleta
que corre para conseguir el premio que se encuentra adelante: "No
quiero decir con esto que ya haya conquistado el premio o haya llegado a
la perfección; solo me esfuerzo en correr por conquistarlo, porque
también yo fui conquistado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no creo
haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda
atrás, me lanzo hacia el futuro, corro hacia la meta para alcanzar el
premio que Dios nos invita a recibir arriba, en Cristo Jesús" (Flp
3,12-14).
Nuestra
Congregación vive un tiempo histórico único -que debe llegar a ser un
momento favorable (kairós)- y se encuentra en una encrucijada.
Tenemos delante el camino de la resignación de Qohélet: "Lo que
fue, eso mismo será; y lo que se hizo, eso mismo se hará; no hay nada
nuevo bajo el sol. Si hay una cosa de la que dicen: ‘Mira, esto es una
novedad’, esa cosa existió ya en los siglos que nos precedieron"
(Qohélet 1,9-10); o bien el camino de la novedad de quien dice y hace
como Pablo y Alberione: "Me lanzo adelante". Es necesario
elegir para hacer de nuestro tiempo un kairós, un tiempo
favorable y de gracia.
4.3.
RE-INTERPRETACIÓN Y VIDA
Dos
milenios después del nacimiento de Pablo, el VIII Capítulo General nos
propone como lema "ser san Pablo vivo hoy", o sea, ser y hacer
lo que él haría si viviese hoy, al comienzo del tercer milenio. Por lo
tanto, tenemos la misión de percibir nuestro "hoy" y hacerlo
un tiempo propicio, el kairós de la salvación, como hubiese
hecho Pablo si estuviese vivo hoy. Estas dos palabras -vivo
y hoy- son un desafío y una meta para nosotros. Ningún hoy es
como ayer, y si pretendemos ser fieles al Fundador que deseaba hacer
algo bueno por los hombres del siglo XX, debemos permanecer atentos a
los reclamos y características del hoy de nuestra historia.
Infidelidad o indiferencia al hoy significa infidelidad o
indiferencia a Pablo, a Alberione, al carisma, a nuestro específico
camino de santificación. Por otra parte, Jesús mismo nos enseña que
debemos estar atentos al hoy (Lc 4,21). Sin la debida atención
al "hoy", lo más que podemos conseguir de Pablo será
expresarlo o mostrarlo inadecuado al tiempo actual.
Deber
nuestro es tener coraje y creatividad, atreverse y estar iluminados para
entender hacia donde caminarían los pasos de Pablo si volviese al mundo.
La mayor dificultad radica en hacer una hermenéutica de calidad.
Resulta sencillo descubrir a Pablo en su tiempo, en su cultura, etc.
Pero es difícil percibir a Pablo aquí y ahora, en nuestro hoy y en
nuestra cultura, esto es, hacer la hermenéutica de Pablo para nuestros
tiempos. Para alcanzar esta finalidad hay que tener el coraje de
liberarnos, si fuera preciso, de la pesante capa llamada "tradición".
Si nosotros no hacemos la hermenéutica, ¿quién la hará por nosotros?
Lo sabemos todos, la supervivencia de la Congregación depende de esta
hermenéutica.
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