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Aunque la Sociedad de San Pablo sea, segundo el Derecho canónico, un instituto clerical, en la congregación, desde sus inicios, no había distinción entre sacerdotes y discípulos. Todos, al estilo de Pablo de Tarso y según las instrucciones del P. Alberione, se llamaban hermanos, porque lo que nos hace paulinos es la consagración a Dios por medio de los votos y la misión. Los hermanos mayores o los que vivieron con el Fundador pudieron experimentar la mentalidad, las costumbres y los modos de vivir que se daba entonces entre discípulos y sacerdotes.

El paulino en cuanto bautizado y en virtud de su consagración religiosa posee y debe vivir una dimensión profética: “…la misión de la Buena Prensa es parte de la misión sacerdotal, (…) es preciso un corazón, un alma sacerdotal, pues se trata de apostolado eminentemente sacerdotal” (Unión Cooperadores de la Buena Prensa. 1921, en la primavera paulina, p. 143s). A partir del Vaticano II, la Iglesia y la teología insisten en esta idea: el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común. “Aunque su diferencia es esencial y no sólo de grado, están ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo” (Lumen Gentium, N°. 10).

¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos (LG, N°. 10b). Hay entre ellos “reciproca necesidad” (LG, N°. 32c) pero no puede uno absorber o anular al otro. No se debe endurecer la distinción entre los dos sacerdocios, pues se daría una idea falsa de la estructura de la Iglesia; en cuanto al sacerdocio común, no se reduce a un culto individual, está emparentado muy de cerca con el ejercicio de una mediación ejercida por el sacerdocio ministerial. “Incorporados a Cristo por el bautismo, integrados al pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo...” (LG, N° 31a; CIC, N°. 783-786.). Es Cristo, por tanto, quien hace a este pueblo partícipe de sus funciones de sacerdote, profeta y rey. El laico pasa a ocupar un lugar preeminente.

A favor de una participación activa en los poderes de la Iglesia, los padres subrayan la triple dignidad de los laicos. San Macario de Egipto lo dice: “el cristianismo no tiene nada de mediocre, es un gran misterio. Medita sobre tu propia nobleza… Mediante la unción, todos se convierten en reyes, sacerdotes y profetas de los misterios celestes”. Por consiguiente, “los miembros de la Sociedad de San Pablo, sacerdotes y discípulos, profesan los mismos votos religiosos (…); se rigen por las mismas normas; participan de los mismos beneficios espirituales y tienen derechos y deberes comunes, salvo los provenientes de las órdenes sagradas” (Constituciones e directorio, art. 4). Es por ese motivo por el que nuestra congregación tiene una comprensión específica de la complementariedad; es decir, el sacerdote está unido al discípulo.


*Reinaldo Palencia è junior de la Región Venezuela

Agenda Paolina

March 29, 2024

Passione del Signore (viola)
Astinenza e digiuno
Is 52,13–53,12; Sal 30; Eb 4,14-16; 5,7-9; Gv 18,1–19,42

March 29, 2024

* SSP: 1947 a Santiago de Chile (Cile).

March 29, 2024SSP: D. Felipe Gutiérrez (2004) - Fr. Natale Luigi Corso (2014) • FSP: Sr. Teresa Bianco (1995) - Sr. Guglielmina Oliboni (1995) - Sr. Mansueta Chiesa (2005) - Sr. Lucia Migliore (2007) - Sr. Carla (Clelia) Ferrari (2012) - Sr. Mary Bernadette Fitzgerald (2020) - Sr. Maria Carmen Conti (2020) • PD: Sr. M. Cornelia De Toffoli (1996) - Sr. M. Veritas Montecchio (2017) • IGS: D. Michele Sarullo (1993) • IMSA: Giuseppina Sanfilippo (2009) - Rosetta Budelacci (2022) • ISF: Egidio Pitzus (1997) - Giovanni Sticca (1997) - Antonietta Turco (1997) - Isabel Sabugo (2002) - Giovanni Italiano (2011).