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Jue, Mar

El 24 de agosto de 1968 el Papa Pablo VI inauguraba la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en la ciudad de Medellín bajo el siguiente tema “La presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II”. 

La Iglesia latinoamericana, en esta II Conferencia, se proponía asumir el espíritu renovador del Concilio Vaticano II, tres años apenas concluido. Su intención era contextualizarlo en la realidad propia de esta Iglesia. En este momento se enfrentaba a grandes transformaciones políticas, sociales, económicas. El espíritu conciliar se hacía en un continente marcado por una pobreza que gritaba al cielo.

Efectivamente, la Conferencia de Medellín no queda reducida a una sola recepción creativa del Concilio, sino que significó para la Iglesia de América Latina una nueva etapa en su vida, caracterizada por una profunda renovación espiritual y por una intensa sensibilidad social. Por su parte es preciso mencionar que Medellín marcó la agenda y el rumbo de la Iglesia en este Continente.Ha sido tanto su influencia que no es posible entender la Iglesia en estas Naciones sin hacer una referencia obligada a Medellín.

Medellín se da la tarea de hacer una lectura de los “signos de los tiempos” en nuestro continente, el mensaje introductorio de los Documentos finaleslo afirman claramente: “A la luz de la fe que profesamos como creyentes, hemos realizado un esfuerzo para descubrir el plan de Dios en los signos de nuestros tiempos”. Por tanto, es preciso interpretar que las aspiraciones y clamores de América Latina son signosque nos revelan el plan salvífico.  A continuación menciono algunos ejes que marcarán historia en los años sucesivos a la Conferencia.

  1. Opción por los pobres: Los Obispos en Medellín, consciente de la realidad que se vive en nuestro continente, estiman que el mayor desafío que enfrentan es la situación de la pobreza en la que están hundidos pueblos enteros “Queremos que nuestra Iglesia Latinoamericana esté libre de ataduras temporales, de convivencias y de prestigios ambiguos, libre de espíritu respecto a los vínculos de las riquezas, que sea una iglesia transformadora y fuerte en su servicio, que esté presente en la vida y las tareas temporales reflejando la luz de Cristo, presentes en la construcción de un mundo mejor…” (cfr. Medellín, Pobreza en la Iglesia n. 18)
  2. Opción por la liberación: América Latina esta evidentemente bajo el signo de la transformación y el desarrollo, transformación que además de producirse con una rapidez extraordinaria llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre, desde el económico hasta el religioso. Esto indica que estamos en el umbral de una nueva época histórica en nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración colectiva.
  3. Las comunidades eclesiales de base: La comunidades eclesiales de base constituyen hoy por hoy un rasgo característico de la Iglesia Latinoamericana. El documento define las comunidades de base como “una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros” (cfr. Medellín. Pastoral de conjunto n. 10) Por tanto son comunidades eclesiales pequeñas de dimensión humana, que permitan la ministerialidad y la corresponsabilidad de todos reunidos en torno a la fe y al compromiso social y político, particularmente a favor de los pobres. 
  4. Opción por la justicia social: El documento al referirse a los movimientos laicales, manifiesta que las organizaciones sindicales campesina y obrera, a la que los trabajadores tienen derecho, deberán adquirir suficiente fuerza y presencia. Sus asociaciones tendrán una fuerza solidaria y responsable, para ejercer el derecho de representación y participación en los niveles de la producción y de la comercialización nacional, continental e internacional. Así como también deberán ejercer su derecho de ser representados, también, en los niveles políticos, sociales y económicos, donde se toman las decisiones que se refieren al bien común (Cfr. Medellín, Movimiento de laicos n. 12).
  5. Una Iglesia que quiere ser profética: Medellín insiste en señalar que en América Latina el rostro de la Iglesia que se presenta es el de una “Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida con la liberación de todo hombre y de todos los hombres” (cfr.  Medellín, juventud n.15). La Iglesia es de este modo una comunidad enteramente misionera, que despliegue una diakoniade servicio profético que la hace, en palabras de los mismos obispos, en una comunidad de fe “personal, adulta, interiormente formada, operante y continuamente confrontada con los desafíos del mundo” (cfr. Medellín, pastoral de las elites n.13).

Es preciso volver a mencionar que la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano dio comienzo a una nueva etapa en la vida de la Iglesia de nuestro continente y ha sido una brújula orientadora que ha marcado su caminar durante las últimas cuatro décadas y ha sido un punto de inicio para los grandes temas de las posteriores Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Son documentos que aun continúan teniendo una vigencia actual en nuestra Iglesia Latinoamericana que camina hacia la Pascua definitiva.

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28 Marzo 2024

Nella Cena del Signore (bianco)
Es 12,1-8.11-14; Sal 115; 1Cor 11,23-26; Gv 13,1-15

28 Marzo 2024

* SSP: 1988 Maggiorino Vigolungo viene proclamato Venerabile.

28 Marzo 2024FSP: Sr. M. Augusta Biolchini (2018) - Sr. Donata Narcisi (2019) - Sr. M. Dorotea D’Oto (2023) • PD: Sr. M. Tarcisia Spadaro (2008) - Sr. M. Emanuella Santini (2011) - Sr. M. Leonarda Pompiglio (2023) • IGS: D. Giorgio Zeppini (2018) • ISF: Michele Perillo (1996).