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Sex., Abr.

Como parte de las actividades que el Proyecto Unitario de Familia Paulina pide al Centro de Espiritualidad Paulina de la Provincia México-Cuba, el Equipo directivo del CEP, apoyado por los Aspirantes de las Pías Discípulas del Divino Maestro y de la Sociedad de San Pablo, el 5 de noviembre de 2017, en la explanada del Templo expiatorio de la Basílica de Guadalupe, como en otros años, participaron en la XX Expo de los Santos, organizada por la Arquidiócesis de México. Esta ocasión se tuvo como lema “Santidad, fuerza que transforma a México”.

El equipo de Familia Paulina, viviendo el año Jubilar de los Cooperadores Paulinos, además de todas las Causas de Paulinos y Paulinas, dio énfasis al matrimonio “Sergio y Dominga Bernardini”, Cooperadores Paulinos desde 1927 según consta la inscripción firmada por el mismo Beato Santiago Alberione. Conocer la vida de este matrimonio que cooperó con la Iglesia educando cristianamente a diez hijos, de los cuales ocho consagrados, entre ellos cinco Hijas de San Pablo, dos Capuchinos y una Franciscana, fue una riqueza para las personas que acudieron al stand de la Familia Paulina. En ellos descubrieron que la santidad se vive en el estado de vida a la cual Dios ha llamada a cada uno, sólo basta hacer siempre su voluntad. Pero sobre todo se fascinaban al conocer la frase de Dominga Bedonni “Oro constantemente por las mamás, que el Señor las ayude, les dé tantas fuerzas y confianza santa... soy una madre feliz. Tengo un deseo, que nuestros hijos se hagan santos y, si es voluntad de Señor, quisiera que al menos uno sea Santo de altar para reavivar la fe, de la cual hay tanta necesidad”.

Otra de las riquezas, fruto de esta participación, fue constatar que la figura del Beato Santiago Alberione es conocida y reconocida entre el pueblo mexicano. Durante este evento, como parte de las actividades realizadas por el CEP México-Cuba, fue la imposición de las medallas de los Beatos Santiago Alberione y Timoteo Giaccardo. Después de un breve rito previamente preparado por este Equipo, quienes lo deseaban y se comprometían a orar y valerse de la intercesión de nuestros Beatos, recibían dichas imágenes. Muchas fueron las familias enteras que llevaron en su pecho la efigie paulina. Conmovedor fue ser testigos de las lágrimas de algunas de las personas que participaron a esta imposición. Esto nos anima a seguir dedicándonos a la difusión de esta espiritualidad tan rica que la Iglesia nos ha concedido vivir, administrar y comunicar, pues es un camino para la santidad.

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